Estuve encerrado en un calabozo por varias horas, la interrogación nunca llegaba, el detective me ponía nervioso, pero nunca llegaba esa orden divina que tanto esperaba. La información se había filtrado a los medios locales, la llamada fue solo eso una llamada de algún lunático por ahí, nunca apareció la oreja, la buscaron por todos lados...
De un portazo entro una mujer al cuarto donde me encontraba con una maleta llenas de cosas raras para hacerme pruebas a las uñas y todo eso decía algo de criminalista en su chaqueta, la miré fijo a los ojos y le pregunté ""¿ que onda, me están arrestando? Se puso a reír y me dijo ¿qué crees?... Yo más nervioso que canasto guatitas no podía reaccionar a lo que estaba pasando, me estaba deteniendo por supuesto homicidio calificado y mi abogado nunca llegaba.
Las pruebas me condenaban, puerta cerrada por dentro, manos llenas de sangre, no había pruebas de que hubiésemos estado con un par de amigas dentro de la pieza, además de un pequeño rasguño en el cadáver de mi amigo con mi ADN. Todas las pruebas apuntan a mí pero en mi interior sé que yo no fui. Veamos los hechos solo recuerdo que me fui al interior con mis amigas y mi compadre de carrete pero no sé lo que paso después, es como si una cortina de humo pasara por mi mente o tal vez algo chocante que no quiero recordar o solo fue un espejismo de mi mente media perturbada. Como mi mente podía inventar todo, desde el incidente con el vehículo hasta fingir que nada podía haber sucedido. La detective Manroy (eso decía en su insignia) me preguntaba cosas, pero su voz era como un eco en mi mente, no podía captar lo que me preguntaba, ya llevaba como unas quince horas en la oficina esposado y con sueño.
Empezó el interrogatorio pero siempre lo negué, encontraron un cuchillo con mis huellas dactilares debajo del piso del dormitorio, sólo quedaba que yo declaré que fui yo quien cometió ese crimen. Unas horas más tarde me sueltan bajo fianza que había pagado mi abogado que por cierto me debía un par de favores. Recorrí el camino a casa tratando de pensar que había pasado esa noche que por cierto no recordaba mucho, allá no me querían ver ni en pintura pero necesitaba recordar que había pasado esa noche me metí por una ventana que daba a un patio trasero de la casa, tratando de no meter tanta bulla, entre al dormitorio y una corriente empezó a recorrer mi cuerpo, mis venas se empezaron a inflamar un poco era una sensación rara como si me estuviesen vigilando, me senté en la cama, unas imagines vagas llegaban a mi mente.
Sólo me quedaba una cosa por hacer, llamar a la médium Samantha, cuando la contacte en España me dijo que buscara detrás de un póster de una moto, yo nervioso y con miedo me dirijo hasta ese póster lo arrancó, quede sin habla detrás de ese póster, una puerta que daba a un sótano, bajé despacio por las escaleras y allí estaban las dos amigas desnudas en una camilla, muertas por si lo preguntan pero no presentaban ningún golpe. Allí estaba mi condena a la espera de que encontrasen esa puerta, esa maldita puerta, lo que podía hacer era algo atroz para mi pero no tenía ninguna otra opción; tome unos fierros filudos que encontré en ese cuarto y empecé a descuartizarlas, lo más que me dolía de todo esto era la forma de ellas esbeltas, hermosas, buenos pechos y unas caderas hermosas, hasta los pies eran hermosos, pero no podía caer en la tentación, ya estaban muertas, como dije anteriormente tome ese fierro y empecé a cortarlas a pedazos, cabe un hoyo al medio del cuarto y las sepulte lo mas profundo que pude.
Salí de cuarto con la convicción de q fui yo el asesino de mi yunta y muy buen amigo Esteban pero ya estaba decidido me fugaría de la justicia pero como lo hacía, estaba siendo juzgado por asesinato, y no me dejarían escapar tan fácilmente.